El artículo publicado ayer 19 de abril de 2016
en el diario El País, hablando del caso de Ámsterdam; pone en evidencia como
las autoridades políticas de algunas ciudades europeas empiezan a tomar
conciencia sobre los efectos perversos y canibalización de las ciudades del actual modelo de turismo de masas.
Y Madrid ¿Dónde está? ¿En el modelo turístico
de los botellones, after hours, despedidas de soltería y demás bajezas, o camina hacia un modelo de turismo de excelencia verdaderamente sostenible?
Artículo: ISABEL FERRER - El País.
La Haya 19 ABR 2016 - 00:00
La pérdida de propiedades del hormigón se
denomina aluminosis. La culpa la tiene el cemento con grandes concentraciones
de alúmina, que fragua más deprisa que el tradicional, pero pierde resistencia
y pone en peligro la estabilidad del edificio. El trastorno de las ciudades
víctimas de su éxito turístico podría llamarse síndrome del parque temático.
Corren el peligro de descuidar su carácter, el cemento que soporta el peso del
visitante, y sucumbir a su presencia masiva. Ámsterdam es el ejemplo más reciente
de capital europea agobiada por su poder de seducción: los 17 millones de
viajeros anuales recibidos ahora sumarán 30 en 2025, y el Ayuntamiento ha dicho
basta. Son demasiados para sus poco más de 800.000 habitantes y es preciso
actuar.
El partido socialdemócrata, ahora en la
oposición, ha llamado a reducir el turismo. Como ocurre en Barcelona, otra
ciudad en aparente crisis existencial debido a su gancho vacacional, las
medidas apuntan al alquiler privado de pisos como hoteles temporales. Las
normas actuales permiten a los vecinos rentarlos durante 60 días al año. Los
concejales socialdemócratas proponen que sean solo 30 y vigilar bien los
acuerdos ilegales. Otro tanto sucede con los festivales. El año pasado, el
consistorio aprobó 160 de las 300 peticiones recibidas. La cifra sigue siendo
demasiado abultada, afirman los ediles. No quieren que Ámsterdam aparezca como
un centro de excelencia para certámenes diversos. Hace siete años, sin embargo,
el propio partido, entonces al frente del Ayuntamiento, la presentaba como el
mejor lugar para reunirse.
El examen de conciencia llega cuando los
efectos perversos del éxito son visibles. Las heladerías, los puntos de venta
de gofres (wafel),la famosa galleta de rejilla, o bien de Nutella, la crema de
cacao y almendras, han desplazado a comercios tradicionales. Ámsterdam reúne
todo lo que un turista puede desear en un espacio manejable: desde museos hasta
canales medievales. Así que el Ayuntamiento, hasta hace bien poco ávido de
hacer caja, deberá ser muy creativo con las alternativas que empieza a esbozar.
Link al artículo: http://elpais.com/elpais/2016/04/18/opinion/1460994765_657049.html