Un año más, desde hace algo más de 10 años, Chueca fue convertido en un botellódromo durante 5 días so pretexto de la celebración del Orgullo Gay; o lo que es lo mismo, la celebración de los derechos de un colectivo de nuestra sociedad.
Un año más, y los que nos quedan mientras que
el ayuntamiento de Madrid - da igual el color del partido político que lo
dirija - no gestione con rigor e inteligencia las autorizaciones a este evento
organizado por empresarios del alcohol.
La cuestión de fondo es quién lo organiza: un
grupo de empresarios del alcohol. Lo que hace que la reivindicación y demás
prácticas civilizadas que cabría esperarse de una celebración así hayan sido
suplantadas por el ansia del dinero fácil. Todo lo que rodea al Orgullo sigue
las mismas directrices. DINERO.
Con esta premisa es difícil pensar que la
oferta del evento en el barrio no sea otra que la venta y consumo descontrolado
de alcohol en la vía pública. El impacto quien más y quien menos ya lo ha visto
en imágenes...aunque padecerlo, lo padecemos sólo la mayoría de los vecinos y
comerciantes de Chueca que somos sacrificados año tras año por nuestro
ayuntamiento para satisfacer el ansia de estos empresarios.
La solución es fácil, dar entrada a otras
organizaciones LGTB - en la comunidad de Madrid hay del orden de 40 colectivos
- y generar una oferta de actividades variadas, consensuadas con vecinos y
comerciantes, y que tengan cabida en las características del barrio. Así y sólo
así se volverá a dignificar el Orgullo. Para llegar a este punto se necesitan
dirigentes capaces, y menos utilización de los derechos y de las banderas para
el negocio y para la política.